Con la concreción de la primera elección de gobernadores regionales el año 2021, se cierra un conjunto de reformas pro-descentralización iniciadas a comienzo de 1990, con las cuales se esperaba fortalecer la democracia regional. Se sostiene que este objetivo está inconcluso, dado que ese conjunto de reformas tuvo un énfasis en la dimensión administrativa de la descentralización, con incompletas reformas políticas y escaso protagonismo de actores territoriales. Como consecuencia, y producto de la trayectoria del proceso de descentralización, aún predomina una gobernanza regional elitista con un componente institucional centralista, con muchas dificultades para que los gobiernos regionales promuevan una gobernanza democrática. A pesar de esta trayectoria, y dado el actual contexto político, el artículo concluye que existe un escenario favorable para el fortalecimiento de la descentralización y la configuración de una gobernanza democrática regional.