Esta buena práctica se distingue por ser una iniciativa que responde a un grave problema como lo es la desaparición de personas en México. Su proceso ha llevado a pasar de la versión física (papel) a plataforma digital, adaptándose rápidamente a las ventanas de oportunidad que nos trajo la pandemia por Covid-19, consolidando con ello los principios de innovación, accesibilidad, colaboración institucional, transversalidad, replicabilidad y universalidad, ya que cualquier municipio, autoridad u organización de la sociedad civil puede acceder y hacer uso del mismo.